Un héroe de la resistencia al franquismo
Antonio Seoane Sánchez nació el 13 de octubre de 1906 en la villa marinera de Boiro. Se traslada con su familia a Buenos Aires cuando tenía cinco años. Tras un breve regreso a Galicia se establecen de modo definitivo en nuestro país.
Desde muy joven Antonio se vincula a asociaciones gallegas que actuaban en Buenos Aires. La familia Seoane vivía en San Telmo y la cercana Federación de Sociedades Gallegas lo albergó desde temprano. Tomaba parte también en la Sociedad de Boiro, su pueblo natal.
Contra Franco desde Argentina
Durante la llamada guerra civil integra el grupo de dirección de la Central Gallega de Ayuda al Frente Popular Español, organización integrada a la Federación de Organizaciones de Ayuda a la República Española (FOARE) que estaba dirigida por los comunistas.
Seoane se ganaba el sustento en el diario La Prensa, donde se desempeñó durante 18 años. Trabaja en la distribución del diario y adquiere conocimientos sobre artes gráficas. Esos saberes le serán de suma utilidad cuando se desenvuelva en la resistencia antifranquista.
Seoane se define por la militancia partidaria en 1939, después de la derrota republicana, incorporándose al comunismo. No ingresa al partido de su país de residencia sino en el llamado Partido Comunista en el Exterior, que agrupaba a los comunistas hispanos en el exilio y se hallaba entonces en proceso de reorganización. Su incorporación se produce luego de la llegada a Argentina de expatriados gallegos.
La Federación de Sociedades Gallegas fue el lugar de referencia y allí desplegaron su actividad política los comunistas. Se luchaba por la libertad de los presos del franquismo y se denunciaba su situación ante foros internacionales. También daban apoyo económico a los focos de resistencia que existían en la península, en particular los grupos guerrilleros.
La etapa final de la Segunda Guerra estuvo animada por la esperanza de los republicanos españoles de que con la conclusión del conflicto, o incluso algo antes, la dictadura de Franco cayera, al igual que sus correligionarias de Alemania e Italia. Se pensaba ilusamente que un mundo que había superado al fascismo no podía tolerar un régimen como el español.
Esas expectativas se articulaban con el propósito de fortalecer el movimiento guerrillero en la península, que mantenía focos en diversas zonas de España. A fines de 1943 se comisiona a Seoane para viajar a tierras gallegas a tomar parte en la guerrilla y su reorganización.
La guerrilla en España
Una vez allí viaja por diversas zonas. Contacta con pequeños grupos que se encontraban organizados después de la derrota republicana. Era una tarea azarosa. Se operaba en una atmósfera de terror, bajo el constante acoso de la guardia civil y otros cuerpos represores. Pasó por Bilbao, Cataluña y Madrid.
Para estas difíciles y muy riesgosas tareas era imprescindible la labor de los "enlaces", en gran parte mujeres, que apoyaban de mil maneras la acción de la guerrilla.
Así trabó relación con Josefina González Cudeiro, que trabajaba en la distribución de la prensa comunista, Mundo Obrero y El Guerrillero. Se convirtió en su colaboradora más directa y después en su pareja. Ambos manejaban también una imprenta.
Posteriormente los dos se trasladaron a Galicia. En 1946 Seoane fue nombrado inicialmente segundo jefe y después jefe de la guerrilla en Galicia. Su compañero José Gómez Gayoso ocupó el cargo de Secretario General del Partido Comunista de Galicia.
Su actuación en la resistencia y la de Josefina halló su fin a causa de la delación de un infiltrado. Éstos fueron una herramienta fundamental de la dictadura en la lucha antiquerrillera. Los detuvo la guardia civil en el bar Barlovento, en La Coruña.
Tanto Antonio como Josefina sufrieron las torturas de práctica. A Josefina le infligen sufrimientos adicionales por su condición de mujer.
En redadas posteriores se producen otros arrestos, entre ellos el de Gómez Gayoso. Se encuentran ante la perspectiva de que todo el grupo sea juzgado por un Consejo de Guerra. Sería uno de esos infames juicios sumarísimos en los que se prescindía de pruebas y no existían garantías procesales. Allí menudeaban las condenas a muerte.
Ante la muerte
Tanto Seoane como Gayoso envían cartas en reclamo de solidaridad internacional. Por el relieve de su acción sabían que los esperaba la pena capital. En Argentina se mueve la solidaridad. Asunción, madre de Antonio busca la intercesión del poder político local. Llega a pedirle una entrevista a Eva Perón. En paralelo la Federación de Sociedades Gallegas le solicita a Juan Domingo Perón, a la sazón presidente, que gestionara un indulto ante el dictador hispano.
Los poetas componen sus versos para la campaña por los presos. Entre ellos Rafael Alberti y Raúl González Tuñón. Este último escribe:
"Le prendieron al alba de la lucha/junto a Seoane, el frente de su pueblo,/hijos de la esperanza, honor de España/camaradas del día. Guerrilleros (...) Si cae Gayoso, si Seoane cae,/sus compañeros y sus compañeras,/no doblarán a muerte las campañas/ni le pondremos luto a la bandera".
Gayoso logra hablar durante unos minutos en el juicio. Denuncia los procedimientos del tribunal y al régimen franquista en su conjunto. El 18 de octubre de 1948 el consejo de guerra emite cinco penas de muerte.
Gayoso y Seoane fueron ejecutados el 6 de noviembre, en un descampado de La Coruña. El instrumento habría sido el medieval "garrote vil". Existe sin embargo un documento producido por la guardia civil que da cuenta de que fueron ejecutados por fusilamiento.
El rescate de la memoria
Durante mucho tiempo se ignoró el paradero de sus cuerpos. Hoy, gracias a la gestión del Partido Comunista de Galicia, se hallan sepultados juntos en el cementerio coruñés.
Josefina, condenada a 30 años de prisión pasó 15 años en diversas cárceles y cuando fue liberada se exilió en Venezuela. Pudo traspasarle a Jorge, el único hijo de Antonio, las pertenencias del condenado que le habían sido entregadas después de su ejecución.
Ya sentenciados y ante la perspectiva cercana de la muerte, Seoane y Gayoso le escriben a sus compañeros de la guerrilla gallega. Vale la pena reproducir un pasaje algo extenso:
"Sed inflexibles con los enemigos del pueblo y traidores que venden nuestra patria a los imperialistas ingleses y norteamericanos; haced justicia implacable con los asesinos forajidos y torturadores. Trabajad entre el pueblo, orientad, organizar y defender a nuestros bravos labradores, extended la lucha guerrillera a todos los rincones de nuestra amada Galicia. Que, como dijo nuestra Pasionaria, "Las lágrimas se conviertan en odio y el odio en ardor combativo". Este es nuestro último ruego a vosotros, camaradas, hermanos guerrilleros. Por nuestra suerte no os preocupéis, ¡Marchad adelante sin vacilar! El enemigo jamás podrá acabar con los guerrilleros ni con el PCE.
Y por último nuestro ruego final. El día en que España recobre la libertad, cuando la bandera tricolor sea enarbolada en montes y aldeas por los guerrilleros, ese día, camaradas, os pedimos que sobre nuestras tumbas depositéis la vuestra, la bandera de la gloriosa Agrupación Pasionaria.
¡Al combate, camaradas! ¡A luchar y a vencer!"
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