25 de julio: construyendo la república galega
Vivimos tiempos extraordinarios, tiempos que nos obligan a tomar partido y no permanecer ajenos ante los grandes cambios a los que asistimos y sus posibles consecuencias para la clase trabajadora gallega. Este 25 de julio, día da patria galega, construir la república gallega impone la tarea de pensar la crisis climática, el avance de la ultraderecha, la situación internacional o las dificultades cotidianas de la mayoría de la sociedad gallega. Desde Anova proponemos hacerlo poniendo en el centro la fraternidad, el valor que nos impulsa a tejer lazos entre iguales en la lucha por decidir sobre lo común.
Fraternidad como receta contra el miedo, la insatisfacción y la apatía causadas por más de una década de políticas de austeridad. No hay bienestar posible cuando pagar el alquiler supone la mitad del salario, cuando la vivienda es un bien de lujo para especuladores que expulsan al vecindario de sus pueblos y ciudades. Tampoco existe bienestar en un mercado laboral de trabajos precarios a media jornada, de horas que nunca se pagan o de salarios que no permiten pensar un futuro sin ansiedad e incertezas.
La desesperanza y la resignación alimentan una extrema derecha que promete seguridad en los límites estrechos de proyectos nacionales excluyentes y homogeneizantes, en los que el enemigo es siempre el más débil. El nuevo fascismo apunta a las personas migrantes, sobre todo a aquellas racializadas procedentes de las antiguas colonias europeas, que ven acotado su acceso a las metrópolis que han explotado, y aún explotan, sus recursos naturales. Hoy son discriminadas, recluidas en guetos y atacadas con discursos racistas y xenófobos.
Una cultura política republicana debe tejer lazos de solidaridad con las personas migrantes y hacerlas parte constitutiva de una ciudadanía diversa que tiene como único enemigo a quien expropia lo que nos es común. Para ello, debemos incorporar la lucha contra el racismo y la xenofobia a nuestras luchas diarias y reforzar la unidad de clase frente al enemigo común del fascismo, que tiene entre sus primeros objetivos establecer divisiones ficticias en el seno de la clase obrera.
Hacer república es también profundizar en la lucha del movimiento feminista cuyos avances son ejemplo de cómo un movimiento plural puede conquistar derechos para la mayoría y cambiar el sentido común de una sociedad. Por eso, el movimiento de las mujeres y del colectivo LGBTQ+ están hoy en el punto de mira de la ola fascista que recorre Europa y son el principal enemigo de quien ve peligrar privilegios que creían inmutables. También hay que luchar contra la transfobia y la homofobia que ganan terreno en discursos reaccionarios de toda Europa.
No hay democracia, soberanía y república sin combatir la mayor amenaza que enfrenta la humanidad: la crisis climática. Hoy esta lucha es, en Galiza, la de los colectivos que luchan contra Altri: contra el vertido de miles de litros de agua contaminada al Ulla y la ría de Arousa, el monocultivo del eucalipto y el riesgo para la ganadería y la agricultura, a cambio de un beneficio miserable para la gente de la comarca. Frente al modelo depredador del PPdeG, es necesario insistir en la urgencia de la transición energética, dándole a la gente la capacidad de decidir sobre el territorio y sus recursos, garantizando que nunca más sirvan como mercancía de las grandes empresas.
A esta repetición del esquema colonial que está en el núcleo del atraso económico de Galiza, y que tiene su mejor cómplice en el Partido Popular de Galicia, se le añade la caída en el número de hablantes de nuestra lengua provocada por el Decreto de Plurilingüismo aprobado por el primer gobierno de Feijóo.
En Galiza sólo existe una lengua propia y una lengua oprimida, el gallego, en la que aún no nos es posible vivir con plenitud. Reclamamos la derogación del Decreto de Plurilingüismo y la implantación de un modelo de inmersión lingüística en la enseñanza que posibilite la recuperación del gallego en nuestra juventud y en nuestra sociedad. Pero también podemos mirar con esperanza la normalización de nuestra lengua en decenas de manifestaciones culturales que la juventud disfruta con normalidad, con una escena musical en gallego que se sumerge en la tradición para, desde ella, romper con esquemas preestablecidos.
En el contexto internacional, la guerra de Ucrania y el genocidio palestino son el escenario en el que se juega el final de la Globalización unipolar liderada por los Estados Unidos. Resulta vergonzoso comprobar cada día cómo los líderes de Europa Occidental profundizan en la escalada belicista promovida por la OTAN. Contra sus guerras, exigimos una paz construida sobre los pilares del respeto a la soberanía de los pueblos y el principio de seguridad colectiva, que le pongan freno a la pérdida inútil de vidas humanas.
En Palestina, Occidente y los EEUU arman cada día al ejército israelí para que prosiga con su genocidio contra la población civil. Son docenas las resoluciones de la ONU incumplidas por Israel con el consentimiento de Occidente. Desde Anova condenamos el genocidio que está llevando a cabo el estado de Israel contra la población civil palestina, exigimos que Benjamín Netanyahu sea juzgado por un tribunal internacional por crímenes de lesa humanidad y el reconocimiento del estado palestino en las fronteras establecidas por las resoluciones de la ONU desde 1948.
Estos son los motivos que nos llevaron, este 25 de julio, a insistir en la necesidad de una cultura republicana como herramienta de lucha para la construcción de una democracia que no deje nada ni a nadie fuera. Es el momento de construir espacios que hagan posible el encuentro de personas que, desde distintas culturas, tradiciones y militancias, tengan en común la creencia de que otra Galiza es posible; una Galiza soberana y socialista, feminista y ecologista, dueña de sus propios recursos y de su propio futuro.
Sinpermiso