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Nacionales Galiza :: 11/09/2011

El PP y la inmersión lingüística

Mauricio Castro
Todo lo anterior nos obliga a asumir también una irrenunciable aspiración como galegos y galegas conscientes: la de quebrar la Constitución de 1978

Existe toda una corriente informativa que en los últimos tiempos difunde la supuesta oposición del Partido Popular a las políticas de inmersión como herramienta de normalización lingüística en el Estado español.

Según esa teoría, el Partido Popular defendería la libertad individual, para evitar planificaciones que pretenden la imposición de una lengua concreta sobre las otras, mediante la obligatoriedad de su uso como idioma vehicular en la enseñanza; es decir, la “demoníaca” inmersión lingüística.

Permítasenos mostrar nuestro desacuerdo con semejante interpretación, que ofrece una visión parcial de la polémica que estos días enfrenta al PP con la mayoría de los partidos catalanes, con el modelo de enseñanza del catalán y del español como elemento de discordia. Contrariamente a lo que se dice en la mayoría de los medios corporativos españoles, no creo que el nudo del conflicto esté en la dicotomía “inmersión sí” versus “inmersión no”.

Ya hemos comentado en otras ocasiones la incorrección de hablar de un “nacionalismo” periférico galego (o catalán, o vasco) enfrentado a un “no nacionalismo” central español, con hacen no sólo los ideólogos del españolismo, sino también algunos teóricos del nacionalismo galego. La realidad responde realmente al enfrentamiento entre dos nacionalismos: el defensivo de la nación pequeña (Galiza) y el ofensivo o expansionista de la nación grande (España), según la terminología aplicada ya por Lenin a inicios del siglo pasado para el contexto del imperialismo ruso.

Afirmamos ahora que es también un error grave, y tememos que nada inocente, situar el debate en términos parecidos en el caso de las lenguas y, concretamente, de la inmersión lingüística. De hecho, eso sólo serviría para ocultar la verdadera naturaleza del conflicto político-lingüístico con el que españolismo está agitando a las masas -una vez más- contra las identidades periféricas que todavía resisten la imposición definitiva del nacionalismo lingüístico español.

La realidad de los hechos afirma claramente que, desde la extensión completa de la escolarización universal en el Estado, el nacionalismo español siempre ha apostado por la inmersión lingüística para la única lengua obligatoria en el interior de sus fronteras. No conocemos ningún caso de ninguna fuerza política relevante del ámbito español que proponga o haya propuesto el respeto por la territorialidad lingüística de las comunidades lingüísticas históricamente presentes en su interior: la galega, la vasca, la catalana, la occitana, la árabe, la tamazig-rifeña, la astur-leonesa, la aragonesa... Subrayamos que no estamos hablando de ninguna utopía irrealizable, ya que hay estados en los cuales esa territorialidad está garantizada, como sucede en Suiza o incluso en Bélgica, en el caso del continente europeo, pero essa posibilidad está descartada en el caso español.

Algunas de las citadas comunidades lingüísticas, es verdad, son claramente minoritarias en sus respectivos territorios de referencia, como resultado de procesos seculares de asimilación hoy casi culminados. Así sucede en el caso aragonés o incluso en el astur-leonés. Sin embargo, otras son aún hoy mayoritarias, como ocurre con el galego en Galiza, el catalán en Catalunya o el rifeño en el enclave africano de Melilla, lo cual no impide que en ningún caso esté prevista la prioridad de la lengua propia en cualquiera de los territorios correspondientes. Incluso en el caso del catalán, sin duda el más ambicioso desde el punto de vista de la lengua minorizada, los defensores de la inmersión en esa lengua no van más allá de reclamar una equiparación con la lengua del Estado.

En definitiva, la legalidad actual establece para todo el Estado español la prioridad del castellano o español, quedándose las restantes lenguas históricas en posiciones subsidiarias o simplemente fuera de la legalidad, como sucede con el astur-leonés en Asturias, el aragonés en Aragón, el árabe en Ceuta y el tamazig en Melilla.

Tanto el Partido Popular, como el PSOE e incluso Izquierda Unida, defienden la imposición del modelo de inmersión lingüística en español para todos esos territorios, incluida Galiza. De hecho, nadie en este Estado supuestamente democrático parece cuestionar esa flagrante y unilateral imposición, a pesar de que la lengua impuesta llega a ser minoritaria en varios territorios com personalidad propia, como aún ocurre en Galiza.

Es evidente que la inmersión lingüística en español es defendida por el PP y por los otros partidos españoles. Tan evidente, que ya fue constitucionalmente impuesta en la carta magna de 1978. A qué responde entonces la polémica actual en torno a la inmersión lingüística en la enseñanza de Catalunya?

A polémica surge sólo cuando en uno de los territorios periféricos, el Principat de Catalunya, se intenta aplicar un modelo de inmersión parcial en catalán, en ningún caso tan intenso y generalizado como el vigente para el castellano en el conjunto del Estado. Es entonces cuando saltan los más intransigentes nacionalistas españoles, que ven peligrar la absoluta hegemonía del idioma “compañero del imperio” en lo que consideran sólo un pedazo más de su España.

Una vez formulada la cuestión en sus verdaderos términos, sólo nos falta dejar en el aire una pregunta final: Por qué motivo los nacionalismos periféricos continúan aceptando los términos del debate trucado que la ideología dominante española impone a través de sus poderosos altavoces mediáticos?

Las legítimas aspiraciones de cualquier pueblo sin Estado deben pasar por la reivindicación de la oficialidad única o principal de la lengua propia. Só eso podrá garantizar la supervivencia de nuestro idioma y sólo en esos términos podremos desenmascarar el falso democratismo liberal de los porcentajes de presencia minoritaria que los españoles están dispuestos a cedernos como usuarios de lenguas constitucionalmente inferiores.

Claro que, ciertamente, todo lo anterior nos obliga a asumir también una irrenunciable aspiración como galegos y galegas conscientes: la de quebrar la Constitución de 1978 y su espíritu profundamente antidemocrático y enemigo de la diversidad nacional y lingüística

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Existe toda umha corrente informativa que nos últimos tempos espalha a suposta oposiçom do Partido Popular às políticas de imersom como ferramenta de normalizaçom lingüística no Estado espanhol.

Segundo essa teoria, o Partido Popular defenderia a liberdade individual, para evitar planificaçons tendentes à imposiçom de umha língua concreta sobre as outras, mediante a obrigatoriedade do seu uso como idioma veicular no ensino, quer dizer, a “demoníaca” imersom lingüística.

Permita-se-nos discordar de tal interpretaçom, que oferece umha visom parcial da polémica que nestes dias enfrenta o PP com a maioria dos partidos cataláns, com o modelo de ensino do catalám e do espanhol como elemento de discórdia. Contrariamente ao que se di na maioria dos meios corporativos espanhóis, nom creio que o nó do conflito esteja na dicotomia “imersom sim” versus “imersom nom”.

Já temos comentado noutras ocasions a incorreçom de falar de um “nacionalismo” periférico galego (ou catalám, ou basco) enfrentado a um “nom nacionalismo” central espanhol, como fam nom só os ideólogos do espanholismo, mas também alguns teóricos do nacionalismo galego. A realidade responde realmente ao confronto entre dous nacionalismos: o defensivo da naçom pequena (Galiza) e o ofensivo ou expansionário da naçom grande (Espanha), segundo a terminologia aplicada já por Lenine a inícios do século passado para o contexto do imperialismo russo.

Afirmamos agora que é também um erro grave, e tememos que nada inocente, situarmos o debate em termos parecidos no caso das línguas e, concretamente, da imersom lingüística. De facto, isso só serviria para ocultar a verdadeira natureza do conflito político-lingüístico com que o espanholismo está a agitar as massas -mais umha vez- contra as identidades periféricas que ainda resistem a imposiçom definitiva do nacionalismo lingüístico espanhol.

A realidade dos factos afirma claramente que, desde a extensom completa da escolarizaçom universal no Estado, o nacionalismo espanhol sempre apostou na imersom lingüística para a única língua obrigatória no interior das suas fronteiras. Nom conhecemos nengum caso de nengumha força política relevante de ámbito espanhol que proponha ou tenha proposto o respeito pola territorialidade lingüística das comunidades lingüísticas historicamente presentes no seu interior: a galega, a basca, a catalá, a ocitana, a árabe, a tamazig-rifenho, a astur-leonesa, a aragonesa... Sublinhamos que nom estamos a falar de qualquer utopia irrealizável, pois há estados em que essa territorialidade está garantida, como a Suíça ou mesmo a Bélgica no caso do continente europeu, mas tal possibilidade fica descartada no caso espanhol.

Algumhas das referidas comunidades lingüísticas, é verdade, som claramente minoritárias nos seus respetivos territórios de referência, como resultado de processos seculares de assimilaçom hoje quase culminados. Tal é o caso aragonês ou mesmo o astur-leonês. Porém, outras som ainda hoje maioritárias, como acontece com o galego na Galiza, o catalám na Catalunha ou o rifenho no enclave africano de Melilha, o que nom impede que em nengum caso esteja prevista a prioridade da língua própria em qualquer dos territórios correspondentes. Inclusive no caso do catalám, sem dúvida o mais ambicioso do ponto de vista da língua minorizada, os defensores da imersom nessa língua nom passam de reclamar umha equiparaçom com a língua do Estado.

Em definitivo, a legalidade atual estabelece para todo o Estado espanhol a prioridade do castelhano ou espanhol, ficando as restantes línguas históricas em posiçons subsidiárias ou simplesmente fora da legalidade, como acontece com o astur-leonês nas Astúrias, o aragonês em Aragom, o árabe em Ceuta e o tamazig em Melilha.

Tanto o Partido Popular, como o PSOE e inclusive Izquierda Unida, defendem a imposiçom do modelo de imersom lingüística em espanhol para todos esses territórios, incluída a Galiza. De facto, ninguém neste Estado dito democrático parece pôr em questom essa flagrante e unilateral imposiçom, apesar de a língua imposta ser minoritária em vários territórios com personalidade própria, como ainda sucede na Galiza.

É evidente que a imersom lingüística em espanhol é defendida polo PP e polos outros partidos espanhóis. Tam evidente, que foi já constitucionalmente imposta na carta magna de 1978. A que responde entom a polémica atual em torno da imersom lingüística no ensino da Catalunha?

A polémica surge só quando num dos territórios periféricos, o Principat da Catalunya, se tenta aplicar um modelo de imersom parcial em catalám, em nengum caso tam intenso e generalizado como o vigorante para o castelhano no conjunto do Estado. É aí que saltam os mais intransigentes nacionalistas espanhóis, que veem perigar a absoluta hegemonia do idioma “companheiro do império” no que consideram ser só mais um pedaço da sua Espanha.

Umha vez situada a questom nos seus verdadeiros termos, só nos resta deixar no ar umha pergunta final: Por que motivo os nacionalismos periféricos continuam a aceitar os termos do debate trucado que a ideologia dominante espanhola impom através dos seus poderosos altifalantes mediáticos?

As legítimas aspiraçons de qualquer povo sem Estado devem passar pola reivindicaçom da oficialidade única ou principal da língua própria. Só isso poderá garantir a sobrevivência do nosso idioma e só nesses termos poderemos desmascarar o falso democratismo liberal das percentagens de presença minoritária que os espanhóis estám dispostos a ceder-nos como utentes de línguas constitucionalmente inferiores.

Claro que, certamente, todo o anterior nos obriga a assumir também umha irrenunciável aspiraçom como galegos e galegas conscientes: a de quebrar a Constituiçom de 1978 e o seu espírito profundamente antidemocrático e inimigo da diversidade nacional e lingüística.

 

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